Atropellos en pasos de peatones: a un paso del abismo

Entre 2014 y 2023, 1.047 personas salieron de su casa, cruzaron la calzada por donde debían hacerlo, es decir, una zona habilitada para ello, y no volvieron nunca más tras sufrir un atropello. Sueños rotos, familias desgarradas y una pregunta difícil de responder: ¿Por qué seguimos dejándonos la vida en los pasos de peatones?

Si una persona es atropellada a 50 km/h, su probabilidad de fallecer es del 80%.

No es fácil asumir que la movilidad de las personas siga provocando cada año miles de víctimas mortales (1.806 fallecidos en 2023, en España). Y menos aún que los usuarios más vulnerables sigan siendo ‘vulnerados’ en lugares donde tienen derecho a circular de forma segura, como los pasos de peatones.

“Sucedió un día de Reyes. Yo tenía 27 años y llegaba de un viaje. La llamé y me dijo que iba a bajar a recoger un perrito que le había regalado mi hermana. Quedamos en vernos luego, pero ya no volví a hablar con ella”, explica Montserrat Montal. Su madre, Anna María, de 58 años, salió de casa en Martorell (Barcelona) con nuevas ilusiones, pero al cruzar por un paso de peatones, pese a tener prioridad, fue arrollada por un turismo. En una calle donde el límite de velocidad era, en ese momento, 40 km/h, el vehículo circulaba a más de 70, según el informe policial. Anna María no superó el grave traumatismo craneoencefálico que le produjo el impacto y falleció tras cinco días en coma. “El conductor se distrajo, no sabemos si con el móvil. Y no lo quiso reconocer, decía que el semáforo estaba en verde, que mi madre había cruzado mal. Por suerte, otro conductor que se había detenido en el sentido contrario, respetando la prioridad peatonal, lo vio todo”, explica Montserrat, vicepresidenta de Afectados por Accidentes de Tráfico de PAT AP(A)T (Asociación Española de Prevención de Accidentes de Tráfico).

infografía del peatón fallecido en paso de peatones

Ciudades, territorio hostil

Las cifras del Observatorio Nacional de la Seguridad Vial (ONSV) de la DGT sobre atropellos en pasos de peatones arrojan pistas sobre lo que hay detrás de estas tragedias: 1.047 muertos entre 2014 y 2023, casi un tercio de todas las muertes por atropello, y 8.353 personas heridas de gravedad, muchas con secuelas para toda la vida. La gran mayoría de los fallecidos (el 87%) se produce en vías urbanas. Y un dato revelador: en el 86,9% de los atropellos con fallecidos en estos pasos, el peatón no cometía infracción alguna, cruzaba correctamente. En cuanto a los factores concurrentes, al exceso de velocidad se suma la lacra de las distracciones (en una quinta parte de los atropellos urbanos y en casi la mitad de los interurbanos). Los números también reflejan que las personas mayores de 65 años (7 de cada 10 fallecidos en pasos de peatones) son las más afectadas.

“Tenemos que ser conscientes de la doble vulnerabilidad de muchas personas, y especialmente de los mayores, para trabajar en el diseño de mejores intervenciones”, apunta Álvaro Gómez, director del ONSV. “Debemos construir entornos más seguros, potenciar itinerarios accesibles, ajustando los límites de velocidad al mínimo posible”. En este sentido, hay un hito legislativo en España que ya da frutos. En mayo de 2021 entró en vigor la modificación del Reglamento General de Circulación que estipula un límite máximo de velocidad de 30 km/h en vías urbanas de un único carril por sentido de circulación. “El balance de los tres primeros años de su aplicación revela que los peatones fallecidos por atropello en nuestras ciudades se han reducido un 16%”, anuncia Gómez.

Al contribuir de forma determinante al calmado del tráfico, la consolidación de las ‘Ciudades 30’ constituye un buen punto de partida para abordar los atropellos urbanos, tanto desde el punto de vista del número como de su lesividad. Hay que recordar un dato crucial: si una persona es atropellada a 50 km/h, su probabilidad de fallecer es del 80%. Pero si es atropellada a 30 km/h, la probabilidad se reduce al 10%. Por eso, restringir la velocidad es clave para minimizar daños, pero no basta.

“Corremos donde la infraestructura viaria nos lo permite. En entornos urbanos, las personas tienen que ser protagonistas, y los vehículos tienen que adaptarse al peatón. Sin embargo, los pasos de peatones son un ejemplo de que hasta ahora no se ha hecho así”, explica Ana Montalbán, secretaria técnica de la Red de Ciudades que Caminan. En ellos, “es el peatón el que normalmente tiene que descender de la acera y adaptarse a la trayectoria del vehículo. Es el peatón el que interrumpe su trayectoria, o bien porque tiene que esperar a que el semáforo le dé prioridad, o porque no hay un paso cercano y tiene que desplazarse para cruzar. Las ciudades están hechas para que los vehículos desplieguen su velocidad”.